Marie McCray recoge el correo con cartas dirigidas a Karlie Montana, lista para perder su sentido de la cordura. Las cosas más pequeñas desencadenan la ira de Marie hacia Karlie. Enfurecida con su ex amante, Marie llama a su amiga para desahogarse diciendo que Karlie nunca escucha nada de lo que dice, por lo que están en medio de una desagradable ruptura. Independientemente de cuánto apoyo le brinde su amiga para seguir adelante, Marie no puede evitar levantar el teléfono y llamar a Karlie con la esperanza de que si no vuelven a estar juntas, al menos puedan dejarse el uno al otro con una nota amistosa. Karlie acepta la invitación de Marie, nerviosa como el infierno, practicando lo que va a decir que no destruirá las posibilidades que tiene de redimirse. Karlie se da cuenta de que el tiempo que pasaron separadas realmente la cambió y es hora de hablar de ello. Al acercarse a la puerta del dormitorio, Karlie puede ver a Marie a través de la ventana, vestida con lencería muy seductora. Tratando de mantener la cabeza enfocada, aboga por que tengan que hablar, pero Marie no puede controlar sus tentaciones sexuales, aferrándose a Karlie, decidida a no soltarla nunca más. Karlie insiste en que antes de que suceda algo sexualmente, deben hablar, pero la boca de Marie está demasiado ocupada chupando los pechos de Karlie, lista para follarla con una pasión salvaje. Marie hace callar a Karlie arrancando las bragas de su amante lesbiana y metiéndolas dentro de su boca. Marie toma un bocado del coño de Karlie, empapando sus labios, agradecida de poder saborear sus jugos una vez más. La sexualidad de Marie domina el estado mental de Karlie solo por ese breve momento, cuando finalmente comprende que esta puede ser la última vez que estos dos volverán a hacer el amor. ¿Qué es lo que Karlie tiene que decirle desesperadamente a Marie? ¿Los hará o los deshará de una vez por todas?