Déjame describirte un día normal para mí, Bobbie Lennox. Despierto a mi perdedor novio blanco y le preparo su lamentable desayuno. Me preparo y me voy a un aburrido trabajo de 9 a 5 mientras sueño despierta con sexo interracial y pollas enormes, que son las únicas que me dan orgasmos violentos. Llamé al trabajo para decir que estaba enferma y merodeé por las calles en busca de un joven negro con quien jugar. Saqué la lotería cuando vi a este buen joven que debe estar bendecido en los pantalones. Parecía tímido al principio, pero se relajó un poco una vez que lo follé como un loco con mis ojos. Sabía que tenía poco tiempo antes de que mi novio volviera a casa, así que tenía que aprovecharlo al máximo. Salivé cuando vi lo que le esperaba a esta puma mojada. Lo deslicé hasta el fondo de mi garganta mientras mis ojos casi se salían de sus órbitas por el maldito tamaño. Menos mal que mi coño se autolubrica o de lo contrario nunca habría tenido esa polla negra dentro de mí. Grité tan fuerte que no pude hablar durante días después de eso, pero estuvo bien porque significaba que no tenía que hablar con mi novio, ese desperdicio de esperma que es.