Los padres de Sadie Holmes la pillaron besando a otra chica y la enviaron a una terapia de conversión. Un pastor la llevó a su casa y la sometió con una cuerda para que se convirtiera. Le mostró la gloria de una buena follada dura con un pene y, vaya, Sadie empezó a ver la luz. Después de esta sesión, todo lo que ansiaba era una buena esclavitud y una buena ración de polla. Además, el semen sabía mucho mejor que cualquier jugo de coño que hubiera lamido jamás.