Madison estaba relajándose en el bouch cuando su padrastro Don entró en la habitación en calzoncillos. Él se disculpa, pero Madison no puede evitar estar obsesionada con el bulto que estaba dando. A ella se le ocurre un plan brillante para hacer agujeros en sus bóxers, porque tiene que ver a ese monstruo que está empacando. Ella se esconde y cuando él se pone un nuevo par de bóxers, su polla monstruosa se cae de inmediato. Ella deja escapar un sonido que la revela desde la cubierta mientras Don está confundido. Él le pregunta por qué hizo esto y ella le dice que nunca había visto una polla tan grande. Ella le ruega que la deje chupar y follar. Don no está ciego a su espectáculo de humo de una hijastra, le hace prometer que no se lo dirá a su madre mientras Madison se lo pone en la boca. Lo que sigue es la cabeza más irrespetuosa y descuidada que se pueda imaginar. Entonces Don golpea su cuerpo apretado y su coño como si estuviera enojado con eso. Madison chilló y gritó por el dolor de haber sido maltratada por su padrastro. Don se corre por toda su cara y gafas, y los dos ahora tienen un secreto en el que pensarán por el resto de sus vidas.