Al crecer en un hogar católico, siempre he vivido una vida protegida e inocente. Una chica curiosa de corazón, de repente descubrí que quería saber todo lo que hay que saber sobre el sexo. Ver... No soy como las otras chicas. Sé que hay un bicho raro y salvaje que vive dentro de mí, que quiere follar todo el tiempo. Pero esto está prohibido, y tengo miedo de ser un pecador. Es como si se estuviera gestando una tormenta dentro de mí y estoy tan confundida... Pero un día, dejé escapar mi curiosidad cuando le confesé a mi maestro sobre estos instintos crecientes. Siempre he estado enamorada de él, y puedo ver la forma en que me mira. No es forma en que un maestro deba mirar a un estudiante, pero eso solo me emociona más. Se da cuenta de que no tiene sentido ocultarme la verdad sobre el sexo, me ofrece una clase especial llena de demostraciones prácticas. Esto era un gran riesgo, y no soy tan ingenuo como para no saber a qué se refiere con 'manos a la obra'. Aun así, la tentación es demasiado fuerte: podía sentir ese lado pervertido de mí gritando que me dejaran salir. Tengo un antojo loco de polla con la que no puedo luchar más. Me acerco a él y él se burla de mi clítoris por debajo de mis bragas, sintiendo que los jugos comienzan a fluir, puede ver que estoy empezando a empapar mis bragas con lujuria. En un instante, su polla está en mi boca, abriéndose camino hasta mi garganta. Esto es aún más emocionante de lo que imaginé que sería: aquí, sola en el aula, a punto de perder mi virginidad con mi profesora. Sería mi secreto más profundo para siempre...