Mi esposa y yo tuvimos una cita nocturna increíble, pero tan pronto como llegamos a casa, pudimos sentir que algo andaba mal. Nuestra niñera Abby estaba actuando súper raro y cuando corrimos escaleras arriba, mi esposa se dio cuenta de que todos sus consoladores tenían semen de niña en ellos, y no era de ella. Los dos sabíamos lo que tenía que pasar: si esa pequeña zorra quiere correrse en nuestra cama, ¡seremos nosotros los que la hagamos! Abby es tan pequeña puta que apenas necesitó que la convencieran, y muy pronto estábamos follando y chupando cada centímetro de su cuerpo irresistiblemente curvilíneo. ¡Un final perfecto para nuestra cita nocturna!