Dentro de unos años, Giselle Leon recordará esta escena y se le ocurrirán algunas cosas: ¿Cómo pudo hacer su primera escena de sexo interracial en el famoso gloryhole? ¿Cómo pudo ser su primera vez con una polla negra con una que no tiene cara? Lo único que realmente importa es que el alma detrás de esos ojos azules de bebé esté lista para cualquier cosa que pueda pasar. Giselle se instaló solo para leer el lenguaje perturbador que plagaba este puesto de arriba a abajo. Por alguna razón, le dio la loca idea de deshacerse de todo rastro de ropa momentos antes de mojarse los dedos cortesía de su coño supurante. La falta de higiene en este lugar era lo último de lo que preocuparse simplemente porque la rumoreada gran polla negra hizo su aparición. Ella vino completamente equipada para manejar ese fenómeno de la naturaleza. ¿Su lengua? Estaba perforada para que su boca pudiera darle a esa polla negra la emoción de su vida. ¿Esas pequeñas manos? Apenas podían envolver esa tercera pierna del hombre negro detrás de la pared. Su vacilación inicial para chuparlo todo fue una decisión tomada únicamente por su historial pasado de chupar fideos blancos y húmedos. Se puso a chupar su monstruosa polla negra y sus gemidos le dijeron que estaba en el camino correcto. En lugar de abandonar la escena del crimen con una polla llena de esperma colgando allí, Giselle se ofreció a montar su coño blanco para poder ver lo que había estado descuidando. Se mordió los labios para no soltar un grito que alertara a la policía local. Sus labios vaginales separados frotaron esa gran polla negra hasta que llegó la hora del almuerzo de Giselle Leon. Salió de ese agujero de la gloria un poco más sabia en lo que respecta al sexo interracial y con un coño que debería tener una bolsa de hielo sobre él.
