Cualquiera que tenga la suerte de sumergirse en la tienda de Dominica debe estar preparado para su descomunal deseo sexual ninfómano. Algunos días, Dominica se emociona tanto que se toca debajo de su escritorio, saboreando la posibilidad de que la pillen con las manos mojadas masturbándose. Así que cuando un cliente guapo entró a mirar las muestras, esta vendedora lujuriosa cerró la puerta principal y comenzó una seducción descarada. Allí mismo, en el sofá, Dominica se acercó y comenzó a frotar la polla de Antonio a través de sus pantalones. Una vez que se besaron, no hubo vuelta atrás, y Dominica se recostó y abrió las piernas para sentir el placer de la lengua de Antonio contra su clítoris. Después de ser devorada, Dominica se dio la vuelta para ser empujada por detrás, luego se puso a cuatro patas para que Antonio pudiera darle el largo golpe de su gorda polla.
