No es de extrañar que mi madre se divorciara de mi padre perdedor. Día y noche me regaña por con quién salgo y qué me pongo. Si no se queja y gime por algo que hago, no tendría ningún propósito en la vida. Perdió la calma cuando descubrió que no "salgo con gente de mi tipo". Finalmente me arrastró a un terapeuta y pensé que el Dr. Harvard estaba bromeando cuando sugirió que me follara a un negro mientras mi viejo miraba. Pensé que me estaba tomando el pelo, pero ese pensamiento se fue por la ventana cuando la gran polla negra de Jack Napier salió para que yo jugara con ella. Papi se puso tan blanco como un fantasma mientras veía a su princesa tomar toda la pitón carnosa de Jack por la garganta. Eso le servirá de lección por no haberme comprado ese pony cuando cumplí 16 años. De todos modos, la diversión apenas estaba comenzando cuando mi apretado coño adolescente de alguna manera pudo recibir una polla negra que era más grande y más gorda que mi antebrazo. La sesión terminó conmigo recibiendo mi postre cremoso de esperma negro. Con suerte, el Dr. Harvard podrá derivar a mi padre a un cardiólogo, ya que su corazón está destrozado desde entonces.